Las impresiones de Andrea Cerdeira


Si el azar dispone una piedra en su camino, ella no dudará en tropezarla. Y esa sensación de la piedra, lisa o rugosa, contra los dedos desnudos de un pie, exaltada por la experiencia plena del traspié o la caída, e interiorizada hasta la necesidad de exorcismo, producirá, tinta o grafito mediante, una suerte de conjuro de la circunstancia.

Mas nunca un conjuro es totalmente exitoso. Entre la impresión original y la última (si es que se puede hablar en estos términos en medio del infinito transcurrir universal), entre la impresión sensorial y la gráfica, tiene lugar un proceso, a veces doloroso, a veces placentero, de incorporación del acontecimiento a la experiencia. Esta huella en el alma requiere (a la manera de la teoría del dominó o el efecto mariposa) de una huella siguiente, correlativa, que Andrea Cerdeira logra plasmar sobre papel.

Estamos ante una obra que no requiere de bocetos previos, quizás porque un tropiezo no puede planificarse, quizás porque la antecede una vivencia que la prefigura. La variedad de técnicas gráficas en las que se desenvuelve la artista responde a la misma causa que determina los temas: pareciera que al lado de la piedra originaria el azar hubiese colocado también un buril, un lápiz o una gubia.

A partir de allí, Andrea Cerdeira descubre sobre el papel ecos de paisajes, reflejos de la dialéctica humana o intenta transferir la huella causada por alguno de los muchos artistas o poetas cuyas obras o ideas pueblan sus obsesiones. Así, conjurada la experiencia, o lo que es lo mismo, agregada ésta a la suma existencial, la artista reemprende nuevamente el camino, si es que, acaso, el accidente había detenido por momentos su andar.


Israel Ortega Oropeza